Jesús Arrieta llegó a los 21 años a los Estados Unidos, abandonando todo en Venezuela en 2016 debido a la crisis política, social y, a su juicio, a la constante violación de los derechos humanos que se vive en su país natal.
Por: Corresponsalía lapatilla.com
Por temor y desesperación, emigró, llegando a suelo estadounidense con poco en los bolsillos, pero con un corazón lleno de sueños. El joven migrante jamás se imaginó que, en cuestión de años, no solo lograría cumplir sus metas, sino que alcanzaría el anhelado sueño americano. Además, descubriría que desde su trabajo podía solidarizarse y ayudar a los más necesitados de la comunidad que lo acogió.
Los comienzos de este marabino no fueron nada fáciles para él y su familia. Trabajaron de un lugar a otro, aprendiendo y conociendo los sabores y los gustos de la comunidad de Chicago para luego fusionarlos con la sazón de la cocina de su natal y querido Maracaibo, capital del estado Zulia.
Ahorraron cada centavo que pudieron hasta que por fin sintieron que era el momento de arriesgarse, apostarlo todo e independizarse con un emprendimiento de venta de comida. Apoyándose en las cualidades culinarias de su madre, Yelitza Rivera, la familia emprendió en 2016, su proyecto “Jibaritos y Más”.
Mezcla de sabores
Empezaron como un restaurante de comida para llevar. Con la dedicación, el compromiso y la sazón de su menú, se volvieron referencia para la comunidad puertorriqueña en la “Ciudad de los Vientos”. La familia mezcló los sabores de su natal Maracaibo, en Venezuela, con los de Puerto Rico, y encontró el toque gastronómico exacto para diferenciarse del resto de los restaurantes de comida puertorriqueña, haciéndose una referencia en la urbe.
Y así llegó el tan anhelado éxito. Se consolidaron como restaurante en Logan Square en el año 2018. El venezolano y su esposa Tatianny Urdaneta rápidamente se volvieron referencia para los amantes del sándwich de plátano.
Para complacer la demanda y la fidelidad de sus clientes, “Jibaritos y Más” inauguró un nuevo local en Dunning y después un tercero en Lincoln Park. Además, ampliaron los ya existentes, agregándoles a uno un bar y al otro un área para sentarse y comer.
Solidarios con los más necesitados
Con los años, “Jibaritos y Más” se convirtió en la comunidad en algo mucho más que una franquicia en expansión: se transformó en un aliado de los más necesitados de la ciudad. Yelitza Rivera no le negaba un plato de comida a nadie, es por eso que todo el que llegaba solo debía esperar hasta las 7:45 de la noche para recibir alimentos.
Así, cuando las puertas del restaurante en Logan Square cerraban, empezaba la nueva labor de Yelitza. Todo aquel que tenía hambre recibía una ración gratis de alimentos. Empezaron repartiendo toda la comida que quedaba preparada en el día, pero en ocasiones el número de solicitantes era mayor, y ellos preparaban algo extra para que comieran todos.
La experiencia comenzó en Logan Square y se extendió, como norma de funcionamiento, a los otros dos restaurantes, con una diferencia: ellos envían en bandejas a las iglesias locales la comida que quedaba del día.
Cada noche, la familia venezolana muestra que en su negocio no todo es dinero, que hay empatía, solidaridad con la comunidad y le tienden la mano a los más necesitados. A diario donan alrededor de 100 platos de alimentos.
Aportes de la migración
Los venezolanos están agradecidos con Chicago por recibirlos y abrirles los brazos, aun siendo extranjeros. Ha pasado casi una década desde que Jesús y su familia llegaron al país de las oportunidades. Con los años, se ha vuelto una referencia en Chicago, no solo por su deliciosa comida, sino porque en medio de su crecimiento económico ha mantenido la humanidad, la calidez y el espíritu de servicio que caracteriza a la comunidad hispana, dejando claro que “los buenos somos más”.
El aporte de este migrante venezolano a Estados Unidos, específicamente a Chicago, no solo lo hace a través del pago de sus impuestos, sino por medio de su labor social, por la cual se ha ganado el reconocimiento, incluso, de líderes políticos en su zona. Él es solo un ejemplo del talento humano venezolano que migró y que está dispuesto a aportar al desarrollo de este país cuando cuentan con el apoyo de un estatus migratorio sólido.