Uno de los conflictos más pavorosos del siglo XX y que dejó una inmensa herida en el corazón de los españoles, fue la guerra civil acontecida entre 1936 y 1939, que trajo el triunfo de Francisco Franco, quien morirá en el poder en 1975. El conflicto no solo derrumba la II República, sino que hasta el sol de hoy sigue viva la polémica cayendo más de las veces en el maniqueísmo, dividiendo a los ibéricos, arrojando incesantemente las dramáticas lecciones de una guerra que pudo evitarse y que dio apertura a toda la conflagración mundial de 1939 a 1945. La península fue escenario de confrontación entre los países nazi-fascistas, liderados por Hitler y Mussolini, y el comunismo soviético bajo el terror de Stalin; esta confrontación paralizó las potencias democráticas de entonces. Todos esperaban que el generalísimo caería en cualquier momento, en cuestión de días o de meses, y más aún al triunfar las democracias aliadas que aplastaron al nazi fascismo en 1945. Lejos de ocurrir así.
Los republicanos de todas las tendencias, ultra perseguidos, apresados y fusilados en territorio nacional, y los que lograron salir al exilio, creyeron firmemente por años, que Franco caería. En consecuencia, crearon un gobierno en el extranjero, con gabinete y todo, que recibió fundamentalmente el reconocimiento, la solidaridad, la aceptación y la protección de México que, a la postre, le sirvió de sede provisional. El gobierno venezolano demostró su solidaridad entre 1945 y 1948, en forma expresa y militante. El caso está que, al transcurrir varias décadas y consolidarse el habilidoso Franco, el gobierno del exilio inexorablemente se diluyó igual que las alianzas y apoyos, se convirtió en un ejercicio de lo más iluso, a la vez que se incrementó la diáspora española en todo el mundo. Por cierto, acogida sin excepción, con inmenso cariño por los venezolanos que les dio techo, trabajo y educación a la prole.
Existen sectores de la actual oposición venezolana, con la tentación de formar un gobierno en el exilio, añadida la presunta juramentación del ganador de las elecciones del 28 de julio en el exterior. Entre otras consideraciones, olvidan la lección de los españoles derrotados en 1939, a los que les faltó realismo y el sentido estratégico creyendo que el mandado estaba hecho. Y hasta de los cubanos que también intentaron formar un gobierno fuera de la isla al entronizarse Fidel Castro en el poder. O para no ir muy lejos el intento que se dio de generar un gobierno interino de manera interna que generó grandes expectativas en lo interno y externo pero con resultados nada favorables para generar un cambio.
El exilio no sólo constituye un mecanismo recurrente de exclusión política sino que también corta, de muchas maneras, el acceso de los individuos al goce de los derechos políticos ligados a la ciudadanía. Sin embargo, el exilio proyecta a los que lo viven hacia nuevos espacios, con renovadas potencialidades, lo que posibilita ejercer vocerías y ciertas acciones que desde lo interno de países con tendencia autocráticas no se pueden realizar, esto sin menoscabar y vulnerar el derecho internacional.
Pensar que en Venezuela, se puedan cerrar las posibilidades de ejercer nuestros derechos civiles y democráticos, nos puede llevar a buscar estrategias y expectativas que están fuera de la lógica política lo que implicaría cometer errores, y generar una crisis de mayor nivel de la que tenemos en estos momentos. Por el contrario, está en nosotros buscar soluciones adecuadas tanto los que estamos adentro como los que están afuera que nos conduzcan a cambios significativos, que vayan hacia el respeto de las leyes y de la voluntad popular. El venezolano está muy claro de la situación que vivimos. No podemos dejarnos arrastrar por la emocionalidad. Es momento de usar la racionalidad para estudiar y analizar las distintas alternativas que puedan generar el cambio en Venezuela, sin pensar que ya todo está hecho.
@freddyamarcano