Como de costumbre la selección de fútbol tampoco irá al próximo mundial… meta a lograr en cada una de las eliminatorias en que directivos de la Federación, seleccionador y el que dirige en el campo a los muchachos… lo han prometido.
Sobre el último fracaso no siendo yo experto en el tema y estando lejos los días cuando ya en la universidad montábamos caimaneras… no opino.
Pero sobre lo que según dicen practicantes de otras disciplinas cuesta la vino tinto sí.
Venezuela realmente no es un país futbolista o al menos no lo es desde que con la entrada del petróleo como primer bien de exportación las élites dejaron de jugar al futbol y abrazaron el beisbol que desde entonces es el deporte nacional.
Y no es asunto menudo eso de cambiar un deporte por otro… para todo un gentilicio… pero se podría si realmente valiera la pena.
En el futbol sucede lo mismo que en la política y en otros deportes… no tenemos dirigentes sino directivos que en el caso comentado andan por el mundo estirando la mano o prometiendo organizar torneos que cuando se dan tiene que salir el estado a construirles estadios, mejorar aeropuertos y retirar alcabalas no vaya a ser que les dé a los responsable por matraquear invitados internacionales.
Futbol a lo grande exige dedicarse por décadas a las ligas menores… de dónde salen los Messis y Ronaldiños… y eso no da exposición ante los medios que es la base para pedirle inmensas sumas de dólares al gobierno o a la Federación Internacional.
Sumas que una vez invertidas… no dan resultados.
Sobre posibles cambios soy pesimista porque el modo de pensar populista campea en todos los deportes y lejos quedaron los días cuando un amigo ya fallecido y este servidor nos dedicamos a llamar desde los incipientes correos electrónicos hasta a 200. 000 contactos… para comenzar a llenar los juegos de la Vino Tinto que siempre perdía.
El extraño amor a una selección perdedora es casi signo de masoquismo pero los dólares que chorrean explican que un país como el nuestro haya tenido un directivo de la Federación Internacional que terminó extraditado a USA y condenado por amigo de lo ajeno.
Y la prensa es la cómplice o alcahueta que todos los años siembra entusiasmo con una selección perdedora… pero no entrevista a nuestros beisbolistas que si son de los buenos.