The New York Times: El debate de la arepa divide a Venezuela y Colombia

The New York Times: El debate de la arepa divide a Venezuela y Colombia

Dos arepas rellenas de carne picada y ensalada caprese en Caracas, Venezuela. Credit… Adriana Loureiro Hernández para The New York Times

 

Colombia y Venezuela mantienen una acalorada rivalidad desde hace mucho tiempo, no por política, migración o incluso fútbol, sino por la humilde arepa.

Por nytimes.com





Esta delicia redonda de harina de maíz, alimento básico de ambos países sudamericanos, aparece en todas partes, desde los platos del desayuno hasta las meriendas nocturnas y está profundamente entretejida en el tejido de cada nación. Arraigada en la jerga cotidiana y la cultura popular, la arepa es mucho más que una comida.

Pero pregúntale a un colombiano o a un venezolano quién la hace mejor —o dónde se originó— y te verás atrapado en un enfrentamiento culinario que trasciende fronteras.

“Cada cual defiende su territorio”, afirmó Gustavo Zapata, de 39 años, chef de la cadena de restaurantes Sancho Paisa, conocido por sus tradicionales arepas colombianas en Medellín, la segunda ciudad más grande del país.

El debate en torno a la arepa recuerda a otras batallas culinarias en el mundo. Peruanos y ecuatorianos se disputan el ceviche. Israelíes y libaneses han peleado por el hummus. Varios países norafricanos reclaman el cuscús como propio. Australianos y neozelandeses se han enfrentado a causa de la pavlova, un postre a base de merengue cubierto de fruta.

Pero las disputas culinarias también tienen un trasfondo serio. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, por ejemplo, ha intentado utilizar las arepas como punto de encuentro nacionalista, cuando no como herramienta política, alegando que la comida es exclusiva de su país. Y como millones de venezolanos han emigrado a lo largo de los años debido a la crisis económica y política del país, han llevado consigo su versión por todo el mundo, avivando aún más la gran batalla de la arepa.

“Yo pensaba que solo nosotros comíamos arepas”, dijo Jesús Sánchez, de 34 años, dueño de una cadena de restaurantes venezolanos en Medellín llamada Los chamos. Se dio cuenta de lo contrario cuando, hace 10 años, empezó a visitar Colombia. “Son muy diferentes”.

Las arepas se consumen hace miles de años, según calcula Ocarina Castillo, de 72 años, profesora de antropología que estudia la alimentación en la Universidad Central de Venezuela.

Cuando los conquistadores españoles exploraron el norte de América del Sur en los siglos XV y XVI, se encontraron con indígenas que comían estas tortas de maíz. Los españoles las adaptaron, dijo Castillo, y acabaron transformando la palabra erepa de la lengua de los cumanagoto, quienes vivían en lo que hoy es el norte y el este de Venezuela, en “arepa”. Otros grupos indígenas comían algo parecido, pero le daban otro nombre.

Hace siglos, dijo Castillo, no existían las fronteras que hoy conocemos y la gente se movía con fluidez.

“Nosotros perdemos esa perspectiva”, dijo, “y por eso nos empeñamos a ponerle patria a la arepa”.

Colombia y Venezuela, que comparten historia y cultura y una frontera de 2200 kilómetros, han sido, en distintas ocasiones, aliados y rivales. (En la década de 1800, incluso fueron brevemente parte de la misma república, llamada la Gran Colombia).

Desde que Venezuela se deslizó hacia la autocracia bajo Maduro, aproximadamente una cuarta parte de su población se ha ido, casi ocho millones de personas desde 2014, según las Naciones Unidas.

De ellas, más de tres millones han ido a parar a Colombia, un país de 53 millones donde la mezcla cultural ha hecho que el debate por la arepa sea más actual que nunca.

En Colombia, las arepas suelen acompañar a algún alimento, como carne o sopa, y pueden llevar algo encima o, en ocasiones, un relleno. Pero en Venezuela se consideran una comida completa: grandes y con rellenos de distintos tipos: desde queso y plátano hasta carne. En Colombia, las arepas varían según la región, mientras que en Venezuela hay diversas variedades populares a nivel nacional.

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