¿Luigi Piscella “colaboracionista”?

¿Luigi Piscella “colaboracionista”?

Para responder a esta pregunta, es importante entender el contexto y las diferentes perspectivas que se han generado sobre la figura de Luigi Pisella, presidente de Conindustria, en relación con su supuesta postura colaboracionista.

Por Elsa Muro





1. Definición del término “colaboracionista”:
Según el Diccionario de la Lengua Española y fuentes de términos políticos, el colaboracionista es alguien que coopera con un régimen considerado antipatriótico o enemigo, particularmente en situaciones de ocupación o de regímenes no democráticos. Este término tiene una carga política fuerte y suele utilizarse en contextos de alta polarización.

2. La posición de Elías Pino Iturrieta:
El historiador Elías Pino Iturrieta, comprometido con el país, en su post en la red social X (antes Twitter), incluyó a Luigi Pisella en una lista de colaboracionistas, lo que sugiere que, desde su perspectiva, el presidente de Conindustria ha tomado decisiones o ha mantenido relaciones con el gobierno venezolano que podrían ser interpretadas como contrarias al interés nacional o al consenso general en sectores opositores y, muy especialmente, de sus afiliados.

3. Posición de Luigi Pisella:
En entrevistas y declaraciones públicas, Pisella ha defendido su enfoque de diálogo y entendimiento con el gobierno venezolano, argumentando que sus decisiones son colegiadas y reflejan los intereses del sector industrial. Sin embargo, su postura ha generado críticas dentro de los gremio y de actores externos, quienes perciben su accionar como autónomo o desconectado de la directiva de Conindustria, y con rechazo de las directivas de sectores, cámaras y dirigencia regional.

4. Críticas mediáticas:
Periodistas como Pedro Pablo Peñaloza han señalado que existe un debate interno en el ámbito empresarial venezolano sobre cómo interactuar con el gobierno. Este debate se enmarca en las tensiones entre sectores que abogan por mantener una postura más confrontacional frente al gobierno y otros que priorizan el pragmatismo y el diálogo. Por su parte, la periodista Sebastiana Barráez ha expresado críticas al enfoque de Pisella: “…el propio presidente de Conindustria dice que el ministro de Industria, es decir, Alex Saab dice que hay entre 500 y 600 empresas en manos del Estado que quieren venderle, venderlas o privatizarlas. ¿No les resulta llamativo que esto esté ocurriendo justamente en momentos en el que en el país hay una gran zozobra, una gran incertidumbre, porque además Nicolás Maduro perdió las elecciones de julio? Porque ellos, la revolución bolivariana, sabe que está de salida en el país. ¿Y cómo es eso de que están vendiendo, que prevé Alex Saab vender entre 500 y 600 empresas y resulta que esto ha pasado algo así como por debajo de la mesa? Que el presidente de Conindustria diga que quizás lo vea como algo muy positivo, porque bueno, ellos son empresarios. Obviamente uno pudiera creer que resultarían beneficiados de las empresas. Ahora, es absolutamente evidente que el régimen venezolano está raspando la olla para dejar al país en la absoluta ruina, sin activos que negociar, sin activos que impulsar, sin empresas que proyectar.”

El texto que compartes presenta varias reflexiones críticas sobre el comportamiento de líderes empresariales como Luigi Pisella, presidente de Conindustria, y su relación con el gobierno venezolano. Este análisis está cargado de preocupación por una posible subordinación de sectores empresariales al Ejecutivo, lo que plantea cuestionamientos sobre la independencia y autonomía del gremio empresarial frente a un régimen históricamente hostil hacia la empresa privada.

La narrativa sugiere que Pisella ha adoptado tácticas que se asemejan a las del gobierno, como imponer su voluntad, excluir a disidentes y consolidar un liderazgo que prioriza la cercanía con el oficialismo. Si esto es cierto, resulta alarmante porque debilita la capacidad del sector privado para actuar como contrapeso en una economía marcada por el control estatal y la opacidad.

Sobre la oferta de “apertura económica”:
El supuesto respaldo de Pisella a la venta de empresas estatales, según lo que indicas, parece más un aval tácito a las decisiones del gobierno que una defensa de los intereses empresariales amplios. La crítica apunta a que se está perdiendo la oportunidad de exigir la restitución de derechos a los empresarios que fueron despojados de sus propiedades mediante expropiaciones inconstitucionales. Este punto es crucial: no se trata solo de privatizar, sino de corregir las injusticias históricas y devolver las empresas a quienes legítimamente las administraban.

La pregunta subyacente:
¿Por qué líderes empresariales como Pisella no exigen una verdadera reparación en lugar de aceptar condiciones impuestas por el gobierno? Esto podría deberse a una combinación de factores:
1.Presión del gobierno: Los líderes empresariales en Venezuela operan en un entorno hostil donde el poder del Estado es utilizado para coaccionar y silenciar disidencias.
2.Intereses personales o de grupo: Si, como se sugiere, Pisella y otros están aprovechando esta situación para favorecer a un círculo cercano, esto compromete su rol como representantes del empresariado.
3.Estrategia de supervivencia: Algunos podrían ver en el diálogo una forma de evitar mayores represalias contra el sector privado.

La crítica final, “es peor parecer que ser”, es decir, que no solo es grave que un líder empresarial actúe alineado con el gobierno, sino que lo haga traicionando los principios y derechos del gremio que representa.