Las milicias sunitas de Hayat Tahrir al-Sham, que derrocaron hace dos días a la dictadura de Bashar Al Assad, son consideradas por Estados Unidos como una “Organización Terrorista Extranjera”. Y la captura de su líder Abu Mohammad al-Jolani tiene una recompensa de 10 millones de dólares. Fue Donald Trump, en mayo de 2018, quien tomó esa decisión política.
La crisis en Siria implica una organización terrorista apoyada por Turquía, las Fuerzas Democráticas Sirias (kurdos) que son respaldados por Estados Unidos, las bases militares que tiene Rusia, los depósitos con armas químicas y bacteriológicas que pueden caer en manos del Estado Islámico, los restos de las fuerzas de elite de Irán que permanecen escondidos, la ofensiva israelí para controlar sus fronteras y la diplomacia secreta de la Liga Árabe que intenta evitar un colapso inédito en Medio Oriente.
La administración Biden enfrenta este complejo escenario geopolítico y a través del gobierno turco ha intercambiado mensajes con Abu Mohammad al-Jolani, líder de Hayat Tahrir al-Sham (“Organización para la Liberación del Levante”, en español). Esos mensajes fueron precisos: no debían permitir que el Estado Islámico se sumara al control de Siria y tenían que evitar que las armas químicas y bacteriológicas cayeran en manos de ese grupo terrorista.
La respuesta de Al-Jolani fue considerada satisfactoria por la Casa Blanca. Y para que no haya dudas respecto a la posición de Estados Unidos, que teme un vacío de poder en Siria, el Pentágono dispuso que se bombardearan 75 objetivos del Estado Islámico.
“Todas las organizaciones en Siria deben saber que les exigiremos responsabilidades si colaboran con el Estado Islámico o lo apoyan de cualquier forma”, afirmó el general Michael Erik Kurilla, jefe del Mando Central.
Biden abandonará el Salón Oval en 43 días, y su estrategia para tratar la crisis en Siria es conocida por Trump, que trabaja en Mar -a- Lago. El presidente electo de Estados Unidos, durante su visita a Francia para participar de la inauguración de Notre Dame, presentó su posición en público.
“Siria es un desastre, pero no es nuestro amigo, y ESTADOS UNIDOS NO DEBERÍA TENER NADA QUE VER CON ELLO. ESTA NO ES NUESTRA LUCHA. DEJEMOS QUE SE DESARROLLE. ¡NO NOS INVOLUCREMOS!”, escribió Trump – con minúsculas y mayúsculas- en Truth Social.
La posición de Trump contrasta con la estrategia de la administración Biden, que tiene abierto un backchannel con los voceros de Al-Jolani a través del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.
A través de esa canal reservado, los representantes del líder islámico sugirieron la posibilidad de levantar la calificación de “Organización Terrorista Extranjera” a Hayat Tahrir al-Sham.
La Casa Blanca no rechazó esa propuesta. Es más, Antony Blinken –secretario de Estado-, mostró cierto margen de crédito ante la organización considerada terrorista por Estados Unidos:
“Hemos tomado nota de las declaraciones hechas por los dirigentes rebeldes en los últimos días, y a medida que asuman una mayor responsabilidad, evaluaremos no sólo sus palabras, sino también sus acciones”, sostuvo anoche en DC.