La revancha de Donald Trump: el regreso recargado y sin límites del líder republicano

La revancha de Donald Trump: el regreso recargado y sin límites del líder republicano

Donald Trump iniciará una transición de 75 días antes de asumir el cargo el 20 de enero (AP Foto/Alex Brandon)

 

Hace cuatro años, Donald Trump se fue de Washington como un paria político. Atrás dejó un país exhausto y arrasado por una pandemia, la peor crisis económica desde la Gran Depresión, una violenta ola de protestas contra el racismo por el asesinato de George Floyd, dos juicios políticos, y un intento por impedir el traspaso de gobierno a Joe Biden que culminó con el asalto trumpista al Congreso el 6 de enero de 2021. Trump se fue en soledad, dándole la espalda a todos, sin reconocer su derrota y sin asistir a la jura de Biden, caído en desgracia, con su popularidad por el piso y la desaprobación más alta de toda su presidencia, un hito que, hasta ese momento, sólo ostentaba Richard Nixon, el único presidente en la historia que renunció.

Por La Nación





Cuatro años después, Trump prepara su regreso triunfal a Washington, vindicado por su rotunda victoria en la elección presidencial ante la vicepresidenta Kamala Harris, fortalecido como nunca, y sin límites o ataduras para afrontar con total libre albedrío su próximo –¿y último?– acto en la Casa Blanca.

El desquite de Trump y su retorno al poder cierra un capítulo político singular, sin parangón en la historia mundial. Tras las derrotas en las elecciones de 2018 y 2020, y un resultado decepcionante para los republicanos en 2021, Trump parecía caminar hacia su ocaso político. El Grand Old Party le dio la espalda, y se puso a buscar un heredero. Trump comenzó a desfilar por los tribunales y a sangrar apoyo político. Pero nunca desistió de su revancha. Al final, se impuso a todo. Trump sobrevivió dos intentos de magnicidio durante la campaña, logró sortear escándalos en sus negocios, todas sus causas judiciales, incluida la condena en el juicio por el pago a la actriz porno Stormy Daniels en Nueva York, derrotó –una vez más– a todos sus rivales en las primarias del Partido Republicano, y después a los dos candidatos presidenciales demócratas, primero, a Biden, en el debate que puso punto final a su candidatura y su reelección, y luego a Harris en la elección general del 5 de noviembre.

Esta vez, y a diferencia de 2016, Trump ganó ahora con autoridad.

Ganó el voto popular –el primer candidato republicano en lograrlo en 20 años–, ganó en los siete estados pendulares (swing states), que decidieron el Colegio Electoral y la presidencia, amplió su coalición, corrió el mapa de Estados Unidos a la derecha, y dejó al Partido Demócrata sumido en la incredulidad, dividido, en busca de respuestas y de una nueva identidad. La revista Time volvió a elegirlo persona del año por “liderar un regreso de proporciones históricas” e impulsar “un realineamiento político único en una generación”. Y, por primera vez desde que se lanzó a la política en 2015, Trump logró convertirse en un político popular: más norteamericanas lo ven ahora de manera favorable que desfavorable, según el promedio de sondeos de imagen de RealClearPolitics.

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