El 29 de julio de 2024, Carlos Eduardo Valecillo Ramírez, taxista de 34 años, llevó en su coche a una vecina a comprar medicinas en la zona de Antímano (Caracas). Eso fue lo que pasó. Entonces, el régimen controlado por Maduro creó una realidad paralela en la que el hombre orquestaba un plan terrorista.
Por: El Mundo
Fue detenido y trasladado a la cárcel de Tocorón (Aragua), a unos 140 kilómetros de su casa en la capital. La desesperación por saberse inocente, ser maltratado y no poder ver a su hijo lo llevó a desear no vivir. A principios de este mes casi logra su fatídico deseo.
Según un tuit publicado por el Comité por la Libertad de los Presos Políticos, sólo en el centro penitenciario de Tocorón, “al menos 11 detenidos” han intentado atentar contra su vida y por ello “han recibido severos castigos”. A su vez, los funcionarios del Ministerio Público, según han manifestado los familiares de los presos, califican de “show” las denuncias de tratos crueles, intentos de suicidio y violaciones a los derechos humanos.
Además del deterioro físico que padecen los encarcelados, producto de golpes, desnutrición y falta de atención médica, el mayor desgaste lo sufren a nivel psicológico. Carlos Valecillo lo ejemplifica. El 6 de diciembre, su madre, Isabel Ramírez, informó de que su hijo le escribió una carta de despedida.
“De nada me vale estar vivo si no puedo disfrutar de mi hijo y de mis seres queridos. Así me despido de este mundo y de todos, pero ya no aguanto más estos pensamientos y la decisión es no sufrir más”, se leía al final de la misiva del joven.
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