Editorial La Patilla: 2025, la esperanza como motor de cambio

Editorial La Patilla: 2025, la esperanza como motor de cambio

El año 2024 marcará un hito en la historia contemporánea de Venezuela, un país que, tras años de crisis económica, social y política, ha visto cómo se consolida la exigencia de cambio por parte de sus ciudadanos. Este año ha sido testigo de movilizaciones masivas, tanto en las calles como en las urnas, con una sociedad que ha dejado claro su rechazo a las prácticas que han perpetuado la desigualdad, la corrupción y la falta de oportunidades. Las voces de los venezolanos, provenientes de todas las regiones y sectores, han resonado con fuerza, reclamando un futuro distinto, uno en el que la justicia, la transparencia y el bienestar común sean los pilares del desarrollo nacional.

Esta demanda de transformación no solo se reflejó en el ámbito político, sino también en un renovado tejido social que se une para reconstruir el país. Iniciativas ciudadanas, emprendimientos y proyectos comunitarios han florecido como respuesta a las carencias y desafíos, demostrando la resiliencia y creatividad del pueblo venezolano. El 2024 será recordado como el año en que la esperanza y la determinación colectiva comenzaron a trazar el camino hacia una nueva era, reafirmando que el cambio no solo es necesario, sino inevitable.





La Firmeza del Pueblo ante la Ilegitimidad de Maduro

El 28 de julio marcó un hito en la historia reciente de Venezuela. Las actas del Consejo Nacional Electoral (CNE) recopiladas por la oposición arrojaron una derrota abrumadora para Nicolás Maduro, evidenciando el rechazo masivo de un pueblo agobiado por años de crisis económica, autoritarismo y deterioro social. Sin embargo, en un acto que desafió la voluntad popular, Maduro desconoció los resultados, alegando irregularidades sin fundamento y proclamándose vencedor en lo que fue, a todas luces, un golpe de Estado a la democracia. Este intento de perpetuarse en el poder, carente de legitimidad y en flagrante contradicción con el clamor ciudadano, dejó en evidencia su aislamiento no solo frente a la población, sino también en el ámbito internacional.

La reacción del pueblo venezolano fue inmediata y contundente. Miles salieron a las calles en todo el país, no solo para protestar contra la usurpación, sino también para reafirmar su compromiso con un futuro democrático. Las imágenes de multitudes ondeando banderas y coreando consignas de libertad resonaron como un recordatorio de que el poder no reside en las manos de quien lo secuestra, sino en la fuerza colectiva de una ciudadanía decidida a recuperar su destino. A pesar de la represión brutal, la censura mediática y el miedo latente, el pueblo venezolano mostró una valentía inquebrantable, dejando claro que no reconocería a un gobernante cuya autoridad se sustentaba únicamente en el uso de la fuerza.

La ilegitimidad de Maduro no solo quedó expuesta en las urnas, sino también en su incapacidad para gobernar un país que lo rechaza mayoritariamente. La comunidad internacional, incluyendo organizaciones multilaterales y gobiernos democráticos, condenó la maniobra, intensificando el aislamiento político del régimen. Las sanciones económicas y diplomáticas se endurecieron, mientras que actores clave dentro del escenario político venezolano comenzaron a deslindarse de un líder incapaz de garantizar estabilidad o progreso. En este contexto, la posibilidad de perpetuarse en el poder se tornó cada vez más remota, enfrentándose a un rechazo que traspasa fronteras y a una crisis interna que lo asfixia.

Havel y la esperanza en Venezuela

Václav Havel, escritor, dramaturgo y expresidente de Checoslovaquia y luego de la República Checa, reflexionó profundamente sobre la esperanza, diferenciándola del optimismo. Uno de sus pensamientos más conocidos sobre este tema proviene de su ensayo Disturbing the Peace (La política y la conciencia), donde escribió:

La esperanza no es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, independientemente de cómo resulte”.

Para Havel, la esperanza no se trata de esperar resultados positivos asegurados, sino de encontrar sentido y propósito en las acciones y en la vida, incluso en circunstancias difíciles. Este enfoque refleja su propia experiencia, enfrentándose a la opresión como activista en la disidencia checa y luego como líder político en un contexto lleno de incertidumbre.

Havel enseña que la esperanza no depende de la certeza de un resultado, sino de la convicción de que el esfuerzo tiene sentido. En 2024 el pueblo libertario de Venezuela dio muestras al mundo de su accionar con sensatez, audacia y esperanza

Maduro acorralado por la esperanza de un pueblo que quiere libertad

Maduro, acorralado por esa esperanza que se expande como un río imparable, ya no sabe cómo gestionar la voluntad indeclinable de cambio, la resistencia no violenta que gana terreno con cada acto de solidaridad. Havel lo había dicho con claridad: la esperanza no depende de los resultados inmediatos, sino del sentido que le damos a nuestra lucha. Y en Venezuela, esa lucha se ha transformado cada vez más en un grito que no pude ser acallado, una certeza de que la libertad estaba más cerca de lo que el régimen piensa.

Maduro, aislado en su torre de cristal, comienza a sentir el peso de la verdad que se desborda, quiere aferrarse a un palo ensebado mientras el pueblo, unido por la esperanza, traza el camino hacia un futuro de justicia y libertad.

Hoy y mañana el pueblo venezolano seguirá firme en su determinación de construir un futuro distinto. La jornada del 28 de julio se ha convertido en un símbolo de resistencia, y la respuesta masiva a las pretensiones autoritarias de Maduro refuerza la idea de que ningún régimen, por más opresivo que sea, puede sostenerse indefinidamente contra la voluntad de un pueblo decidido a conquistar su libertad.

Hagamos del 2025 el año en que la esperanza se hizo realidad

El equipo de La Patilla