En Venezuela, donde el absurdo es cotidiano, la desaparición del rector del Consejo Nacional Electoral (CNE), Elvis Amoroso, ha añadido un nuevo capítulo a la telenovela del chavismo. La última vez que el aliado “imparcial” de Nicolás Maduro apareció fue el 15 de octubre, en un acto militar en el Cuartel de la Montaña, rodeado de la crème de la crème de los sancionados por la Unión Europea y Estados Unidos. Desde que proclamó al líder chavista como “presidente” el 29 de julio, hasta esa aparición, pasaron 71 días sin que su rostro adornara nuestros televisores o sus palabras nos torturaran con su incoherencia.
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Cuenten los días desde esa última aparición hasta hoy, 4 de enero. Han transcurrido 81 días, casi tres meses, en los que Elvis Amoroso ha jugado al escondite. Es más fácil encontrar el Santo Grial que a este hombre, cuya única habilidad parece ser la de desvanecerse cuando la presión aprieta. ¿Dónde está Elvis Amoroso? ¿Se esconde de la verdad que él mismo ayudó a enterrar bajo un montón de votos fraudulentos?
El acto en el Cuartel de la Montaña fue un desfile de la vergüenza, donde figuras del régimen intentan convencer al mundo de que todo está bajo control, de que no hay fraude, solo “democracia chavista”. Amoroso, en ese momento, apareció como un trofeo de la farsa, un recordatorio de que en Venezuela, hasta los que administran las elecciones pueden desaparecer sin dejar rastro, como un acto de magia.
La pregunta que todos se hacen es si este silencio es voluntario o si hay algo más oscuro detrás. ¿Quizás se dio cuenta de la gravedad de sus acciones? ¿O simplemente se tomó unas vacaciones de su responsabilidad de ser el guardián de la mentira electoral? La ironía es que en un país donde la opacidad es política de Estado, la desaparición de un rector del CNE, organismo que sigue sin publicar las actas electorales del 28 de julio que constante la supuesta victoria de Maduro, no debería sorprender a nadie, pero aun así, la ausencia de Amoroso levanta sospechas.
El régimen, con su habitual descaro, no ha explicado nada. No hay comunicados oficiales, no hay apariciones en medios, solo el eco de un silencio que grita más que cualquier declaración. En un país donde la información es un bien escaso, la desaparición de figuras como Amoroso solo alimenta la narrativa de que en Venezuela, la verdad es lo primero que se sacrifica en el altar del poder.
Así que, mientras contamos los días de su ausencia, recordemos que en Venezuela, la desaparición de un rector del CNE es solo otra página en el libro de la desvergüenza y la corrupción. Elvis Amoroso, el hombre que ayudó a robar la voluntad de un pueblo, ahora se ha robado su propia visibilidad. La pregunta es, ¿alguna vez regresará, o se quedará en la sombra, donde la verdad no lo alcance?