“Solamente el día de hoy hemos capturado siete mercenarios extranjeros, incluyendo a dos importantes mercenarios de EEUU, de altísimo nivel, como nunca antes se habían capturado en Venezuela. Venían a desarrollar acciones terroristas, también dos sicarios colombianos y tres mercenarios de la guerra de Ucrania. ¡Vamos a por todo, Venezuela se respeta!”, arengó Nicolás Maduro a cientos de obreros y trabajadores provistos de armas largas, antes de la juramentación de los llamados “cuerpos combatientes”.
Por: El Mundo
La televisión estatal detalló el armamento de los presentes, con posturas amenazantes pese a su aspecto poco marcial, con cascos de obreros en sus cabezas. Es apenas uno de los detalles del clima prebélico impuesto en Caracas por el “guerrero de la paz” antes de las protestas convocadas para mañana por María Corina Machado y la toma de posesión presidencial de el viernes.
Una guerra de ficción donde sólo hay un bando armado, el último muro que separa al pueblo venezolano para recobrar la libertad. Un “castillo de naipes”, como lo ha definido la líder opositora, pero un castillo donde están armados hasta los dientes. Según la propaganda revolucionaria, las fuerzas chavistas han detenido a más de 120 mercenarios, entre los que incluyen a los dos turistas vascos apresados en verano para convertirlos en rehenes. No hay ninguna prueba en contra de todos ellos.
Maduro aprovechó que estaba vestido de miliciano para activar por primera vez el Órgano de Dirección de Defensa Integral, cuyo objetivo es unificar las operaciones de todas las fuerzas militares y policiales, además de las milicias (civiles fundamentalistas) y el llamado poder político popular.
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